En
las últimas décadas la narrativa norteamericana contemporánea ha regalado al
mundo figuras destacadas como Philip Roth, Thomas Pynchon, DeLillo y Corman
Mccarthy, cuya literatura señala el desquiciamiento de la vida contemporánea,
gobernada por una pulsión autodestructiva consumada en el desenfreno de la
sociedad capitalista. The Road de
Corman McCarthy es una incursión paradigmática en ese sentido. La trama escrita
con un lenguaje eficaz y sobrio nos adentra en una zona marcada por la
desolación del viaje post-apocalíptico de un padre con su hijo, empujando una
carreta entre los escombros de un mundo a punto de desaparecer en medio de una imagen distópica
del futuro, como hemos vislumbrado en las diversas películas difundidas por la
cultura audiovisual hollywoodiense al estilo MadMax.
Thomas
McCarthy describe un espacio “desencajado de su apuntalamiento”, reescribiendo
las palabras tan conocidas de Hamlet “the time is out of joint”. En ese sentido, la novela nos
presente una realidad fuera del tiempo, o por lo menos del tiempo cronológico
productivo de la modernidad capitalista. El mundo del “American Way of Life” se
ha desvanecido en su telaraña, dejando tras de sí una huella de violencia que
infecta a la sociedad norteamericana, reduciéndola a una serie de grupos
caníbales arrojados a la intemperie. Sin embargo, cabe señalar el rescate del
Sur, como un espacio ideal para albergar las utopías de los sobrevivientes, en
contrapartida con las llamas que terminan de consumir al Norte.
The Road nos propone el punto de vista de los
sobrevivientes en un mundo empobrecido y azotado por la entropía. De esa
manera, no sería descabellado imaginar una lectura política en McCarthy donde
la pregunta resuena en el inconsciente de la resistencia política
contemporánea: ¿Qué se hace cuando el estado se derrumba? Que hace el colectivo
cuando las condiciones de existencia bajan a temperaturas similares al frío que
roe los cuerpos de los viajantes post-apocalípticos de una novela que anuncia
la inquietante proximidad de un tiempo desquiciante, donde el lema más allá de
su pausterización neoliberal será: inventar un mundo nuevo o sucumbir en el
desierto.
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