sábado, 14 de diciembre de 2019


“La memoria es una gran traidora”



En su cuarta temporada, la serie Black Mirror, continúa mostrando la traumática relación que experimenta la sociedad contemporánea con el avance de la tecnología. La serie mantiene su economía audiovisual, pero arriesgándose con una auténtica puesta en escena de lo siniestro. Charlie Brook impulsa su propuesta inicial, renovando sus distopías narrativas, hasta el delirio estético, l penetrando en la piel del espectador. En esa situación invasiva nos coloca el episodio titulado Cocodrile.
Observamos la deriva de una exitosa arquitecta, atropellada por una marea de infortunios, que terminan introduciéndola en un callejón sin salida,  convirtiéndola en una asesina buscada por la policía. El personaje muestra una abrupta trasformación como parte fundamental de la tragedia. Podemos sentir, como espectadores, el desmoronamiento moral de la protagonista, pero, al mismo tiempo, también vemos su reacción ante el encierro kafkiano como expresión de la memoria vigilada. El aparato tecnológico que permite entrar en la psiquis humana y reconstruir sus recuerdos, se vuelve un arma fundamental para las instituciones policiales. Una detective abogada  entusiasta y con mala fortuna, termina convirtiéndose una víctima del delirio nervioso que arrastra a la protagonista en el abismo de su propia personalidad.
La escritura apareció en el mundo griego como una tecnología capaz de espacializar el tiempo, afectando así la propia capacidad de la memoria, y trasladando el conocimiento reservado en el discurso del logos a la plataforma sospechosa del libro. Con otras palabras, nuestra memoria siempre se ha espacializado en un soporte material, cuyo control se encuentra en la disputa de lo político. En Cocodrile, somos arrastrados a la experiencia más aterradora, cuando los límites del poder superan cualquier condición humana. Me refiero a la desposesión de la memoria, cuando el derecho individual de ella, se pierde en manos de los aparatos del estado. La protagonista queda atrapada en el borde del barranco. Y está a punto de caer, cuando por medio de la memoria de los demás, la policía pueda identificar su paradero. Porqué perdemos poder sobre nuestra memoria, como decía Platón, cuando ésta se exterioriza. El poder de la tecnología sobre nuestra memoria es la situación despótica por excelencia. Este episodio nos impele a realizarnos la siguiente pregunta: Qué haremos cuando el último reducto de liberad sea perseguido por los funcionarios del Proceso de Kafka. Acaso la memoria es la herramienta de control principal para mantener el orden político, desde la antigüedad griega hasta la era digital. Cómo construir memoria usando nuestros medios actuales. Lo cierto es que la memoria está bajo la lupa del poder. Como diría Anais Nïn “La memoria es una gran traidora”.

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